La pantalla OLED de última generación es ultraplana. Con 4,9 milímetros de grosor, es más fina que la mayoría de los smartphones, y casi parece flotar. Pese a sus impresionantes pantallas de 55 y 65 pulgadas, el televisor tiene un aspecto ligero y delicado. La tecnología OLED emplea píxeles orgánicos que emiten su propia luz para generar una calidad de imagen sin precedentes. A diferencia del LCD, no requiere retroiluminación. Todos los píxeles emiten luz. Cuando se apagan, el resultado es un negro intenso y absoluto. Y eso con un tiempo de respuesta inferior a un microsegundo. Los colores son incluso más brillantes. Los movimientos rápidos son espectacularmente naturales. OLED: una calidad de imagen perfecta, sin ninguna restricción. ¡La diferencia es fascinante!